Son inconfundibles, se les nota en la mirada, en su expresión, incluso en su caminar. Son especiales, están hechos de algo extraordinario y empiezo a dudar que tengan sólo un corazón. ¡No! Los vi, yo los vi, ellos son diferentes, como si no fueran de este mundo. A ellos un solo corazón no les alcanza, deben tener más, muchos corazones en su interior y estar formados de algún material extraño que los hace invencibles.
Los seguí con la mirada y todo el tiempo me provocaron un enorme respeto y admiración. Me emocioné con su energía y quise entenderlos.
El diccionario dice que un fan es un seguidor apasionado de algo o alguien, pero al verlos actuar, comprobé que la definición ni siquiera se acerca a lo que ellos representan.
El evento los necesitaba. Era un “versus” y había que respaldar, que defender, que demostrarle más que nunca a su artista que estarían con ella, como siempre, y así, con una valentía característica de sus múltiples corazones; lo hicieron.
Algunos llevaban su playera, su chamarra, sus banderas, caminaban orgullosos, como retando al mundo y exigiendo que no quedara ni una duda: pertenecían al Team Guzmán. Otros la llevaban en su piel. Unos más, en silencio, también estuvieron ahí. Llegaron puntuales a esa cita a la que nadie los obligó a asistir y a la que ninguno de ellos podría faltar.
Sin buscarse se encontraron. Gritaban, saltaban, cantaban y presumían sus inmensas pancartas que pronto dejaron de ser pedazos de lona para convertirse en verdaderas muestras de amor.
El jueves 22 de junio un dirigible volaba. Entre aplausos y porras, los fanáticos de Alejandra Guzmán posaban debajo del gran globo “Team Guzmán contigo” se leía desde lejos, los fans de la Eternamente Bella estaban presentes.
El viernes 23 algo similar ocurrió: Un dron sostenía el mismo mensaje “Team Guzmán” demostrando que para hablar de Alejandra Guzmán había que alzar la mirada, así lo habían establecido ellos: sus incansables fans.
Ramos gigantes y cartas llegaron al camerino de su estrella, sus incondicionales decidieron, de algún modo, decirle cuánto la amaban; y creo que lo lograron.
El evento comenzó. Cantaron hasta quedarse afónicos, aplaudieron tanto que las palmas de sus manos enrojecieron, sus corazones latieron a un mismo pulso, La Guzmán estaba frente a ellos.
Sus hazañas no solo son el resultado de una simple pasión. Los verdaderos fans entregan parte de su vida (sino es que la vida entera) a lo que hacen, a lo que aman, a ella. Su amor es desmedido, interminable, sin condiciones.
Los demás espectadores no tenemos mucha idea de lo que significan sus detalles, pero algo me dice que nada ha sido fácil.
No necesito demasiada imaginación para verlos. Los miro comprando con meses de anticipación su entrada al concierto. Los oigo ansiosos haciendo cuentas, cotizando hoteles, boletos de avión o camión. Los veo pidiendo permiso en su trabajo para faltar, para salir temprano. El día del evento están ahí, atentos a su estrella, y no importa que en la mayoría de las casos ni siquiera la mano de su ídola han estrechado, nada de eso importa, ellos la seguirán amando.
No lo sé con certeza, pero intuyo que la idea del dirigible, del dron, de las playeras, no fue fácil, podría asegurar que fueron días de planeación, quizá noches de insomnio, llamadas telefónicas, nervios y distancia.
No dudo ni por un momento que gente que destinó parte de su tiempo y trabajo en lograr que la sorpresa fuera una realidad ni siquiera estuvo presente, y sin embargo, la distancia para estos fanáticos no fue un factor que les impidiera demostrarle a su estrella cuánto la quieren.
La definición queda corta. Un fanático encierra mucho más que ser un simple “apasionado seguidor”.
Locos, a todos ustedes que crearon la increíble sorpresa, estoy segura que no sólo emocionaron a Alejandra Guzmán, sé que nos impactaron a nosotros también. ¡Gracias por tanto amor!
Sigo insistiendo, Alejandra es una extraordinaria artista, sus seguidores son muestra de ello ¿Quién se atreve a negar que Alejandra no tiene a los mejores fans del universo?